"El fruto del silencio es la oración.
El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz"

El silencio es lo más importante para orar. Las almas de oración son almas de profundo silencio. Y lo necesitamos para poder ponernos verdaderamente en presencia de Dios y escuchar lo que nos quiere decir. Este silencio debe ser tanto exterior como interior, dejando de lado nuestras preocupaciones. Debemos acostumbrarnos al silencio del corazón, de los ojos y de la lengua. El silencio de la lengua nos ayuda a hablarle a Dios. El de los ojos, a ver a Dios. Y el silencio del corazón, como el de la Virgen, a conservar todo en nuestro corazón. Dios es amigo del silencio, que nos da una visión nueva de las cosas. No es esencial lo que nosotros decimos, sino lo que Dios nos dice a través de nosotros. La Misa es el alimento espiritual que me sustenta y sin el cual no podría vivir un solo día de mi vida. Jesús está siempre allí, esperándonos. La cosa más importante no es lo que decimos nosotros, sino lo que Dios nos dice a nosotros. En el silencio nosotros escuchamos su voz. Debemos amar la oración. La oración dilata el corazón hasta el punto de hacerlo capaz de contener el don que Dios nos hace de Sí mismo. Resulta muy difícil predicar cuando no se sabe cómo hacerlo. Para ello, el primer medio que debemos emplear es el silencio. El silencio de la boca nos enseñará muchísimas cosas: a hablar con Cristo, a estar alegres en los momentos de desolación, a descubrir muchas cosas prácticas para decir. Guardemos, entonces, el silencio de los ojos, el cual nos ayudará siempre a ver a Dios. Los ojos son como dos ventanas a través de las cuales Cristo y el mundo penetran en nuestro corazón. El silencio de la mente y del corazón: la Virgen María conserva cuidadosamente las cosas en su corazón. Este silencio la aproximó tanto al Señor que nunca tuvo que arrepentirse de nada. El silencio nos proporciona una visión nueva de todas las cosas.
1 comentario:
BELLISIMO!!! que la madre Teresa interceda por todos nosotros para que podamos convertirnos en pequenos lapicitos en las manos de Dios, pero antes que nos ensene a orar para asi llenarnos del amor de Dios y luego convertirnos en instrumentos suyos. Muy linda esta pagina.
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