A muchos otros "LAPICES DE DIOS" diseminados por el mundo, anónimos servidores de Dios que como Santa Teresa de Calcuta nos enseñan a imitar el Espíritu de Jesús. Dedico este espacio al Padre Osvaldo Ramirez, sacerdote escolapio, que me enseñó -en medio de mis cruces- que podemos ser "amigos de la Cruz" sirviendo a Dios, pues no hay privilegio mas hermoso para un verdadero cristiano. No solo basta decir:-"Yo Creo", mas bien hay que demostrarlo en los valores de la caridad, el servicio, la oración, la confianza y la misericordia de Dios...
(mi perfil)

ENTREGA TOTAL

La madre Teresa se consideraba
un simple instrumento en las manos del Señor:
“UN LAPIZ EN SUS MANOS”
El mérito nunca es del lápiz, sino de quien escribe.
De esta convicción profunda nacía
su ilimitada confianza en la Gracia Divina.

"SEÑOR, SOY TUYA: HAZ DE MI LO QUE QUIERAS..." Esta es, hermano, nuestra fuerza y ésta es la alegría del Señor. El abandono total en Dios consiste en darse a Dios en forma plena, porque Él se dio a nosotros primero. Y debemos entregarnos de manera absoluta si queremos responder a la magnitud de su entrega hacia nosotros. Sólo si renuncio a mí misma puedo llevar a Dios a vivir en mí. Cuando renuncio ofrezco mi libre voluntad, mi razón, mi propia vida. Y todo por amor, ya que cuanto más renunciamos a nosotros mismos, más podemos amar. Existe el peligro de olvidar que somos pecadores. Si vivimos inmersos en nuestros pecados, entre Cristo y yo se produce un vacío, cuando mi amor está dividido, nada puede llenar tal vacío. Hemos de sentir necesidad de hacer que la sangre de Cristo lave nuestros pecados. El mejor examen de conciencia es preguntarse al final del día: "¿Qué he hecho hoy con Jesús? ¿Qué he hecho hoy para Jesús? ¿Qué he hecho hoy como Jesús?” Bastará simplemente mirarnos las manos, pedirle perdón. Reconocer nuestros pecados fortalece el alma, pues un arrepentimiento sincero (de un hijo que reconoce su pecado y retorna al Padre) produce siempre humildad y la humildad es fuerza. Pongan en primer lugar la confesión y sólo después pidan una dirección espiritual, si es necesario. Tu vocación consiste en pertenecer a Jesús. Tu servicio es sólo tu forma concreta de expresar tu amor a Jesús. Por ello, no interesa demasiado determinar a quiénes dedicas tu labor, a condición de que la realices por El, de que lo hagas con El. Esta es, en realidad, la forma de cumplir tu vocación, tu penitencia a Cristo. Cristo se convirtió en el Pan de Vida porque comprendió la necesidad, el hambre que teníamos de Dios. Y nosotros debemos comer este Pan y la bondad de su amor para poder compartirlo. La eucaristía es el signo más tangible del amor de Dios por el hombre, ya que renueva permanentemente su sacrificio por amor a nosotros, es el misterio de nuestra unión profunda con Cristo. Nuestra vocación consiste en pertenecer a Jesús. Si día tras día nos consagramos eternamente al cumplimiento perfecto de nuestros deberes espirituales, Dios nos hará entrar gradualmente en una intimidad más profunda para tener mas conciencia de Su Presencia Divina. El propósito es el empeño de progresar en la conciencia y el amor de Dios, de purificar nuestra propia persona, de enmendar y transformar nuestra vida en conformidad con la vida de nuestro modelo, Jesucristo. Jesús nos ha elegido para Sí: le pertenecemos y tenemos que estar tan convencidos de Su presencia, que no permitamos que nada, ni lo más insignificante, nos aparte de su posesión, de su amor.

SERVIR CON ALEGRIA


"Quien no sirve para servir, no sirve para vivir"


El que tiene a Dios en su corazón, desborda de alegría. La tristeza, el abatimiento, conducen a la pereza, al desgano. Nuestra alegría es el mejor modo de predicar el cristianismo. Al ver la felicidad en nuestros ojos, tomarán conciencia de su condición de hijos de Dios. Pero para eso debemos estar convencidos de eso. Superemos siempre el desaliento... nada de esto tiene sentido si comprendemos la ternura del amor de Dios. La alegría del Señor es nuestra fuerza. Todos nosotros, si tenemos a Jesús dentro nuestro, llevamos la alegría como novedad al mundo. La alegría es oración, la señal de nuestra generosidad, de nuestro desprendimiento y de nuestra unión interior con Dios. Cuando nos ocupamos del enfermo y del necesitado, estamos tocando el cuerpo sufriente de Cristo y este contacto se torna heroico; nos olvidamos de la repugnancia que hay en todos nosotros. Preferiría cometer errores con gentileza y compasión antes que obrar milagros con descortesía y dureza. Qué descuido podremos tener en el amor? tal vez en nuestra propia familia haya alguien que se sienta solo, alguien que este viviendo una pesadilla, alguien que se muerde de angustia, y estos son indudablemente momentos bien difíciles para cualquiera. El amor no puede permanecer en sí mismo. No tiene sentido. El amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad nos llevará al servicio. Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para llenar el corazón del que amamos. Si no se vive para los demás, la vida carece de sentido.

LA MISERICORDIA DE DIOS


"Mira que estoy a la puerta y llamo..." (Apocalipsis 3, 20)

Es verdad. Estoy a la puerta de tu corazón, de día y de noche. Aún cuando no estás escuchando, aún cuando dudes que pudiera ser yo, ahí estoy: esperando la más pequeña señal de respuesta, hasta la más pequeña sugerencia de invitación que Me permita entrar. Quiero que sepas que cada vez que me invitas, yo vengo siempre, sin falta. Vengo en silencio e invisible, pero con un poder y un amor infinitos, trayendo los muchos dones de Mí Espíritu. Vengo con Mi misericordia, con Mi deseo de perdonarte y de sanarte, con un amor que va más allá de tu comprensión. Un amor en cada detalle, tan grande como el amor que he recibido de Mi Padre ("Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a mí..." [Jn. 15,10]). Vengo deseando consolarte y darte fuerza, levantarte y vendar todas tus heridas. Te traigo Mi luz, para disipar tu oscuridad y todas tus dudas. Vengo con Mi poder, que me permite cargarte a ti: con Mi gracia, para tocar tu corazón y transformar tu vida. Vengo con Mi paz, para tranquilizar tu alma". Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en Él. La felicidad espera por aquellos que lloran, aquellos que han sido lastimados, aquellos que buscan, aquellos que tratan. Solo ellos pueden apreciar la importancia de las personas que han tocado sus vidas. No puedes ir feliz por la vida hasta que dejes ir tus fracasos pasados y los dolores de tu corazón. Las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo. Solo sacan lo mejor de todo lo que encuentran en su camino. Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo aquella puerta que se cerró que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros. No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero tampoco sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos. Espero que tengas suficiente felicidad para hacerte dulce. Suficientes pruebas para hacerte fuerte. Suficiente dolor para mantenerte humano. Suficiente esperanza para ser feliz.

MANSOS Y HUMILDES

Dios no puede derramar algo donde ya está todo lleno de otras cosas. Jesús lo dijo: "No se puede servir a dos señores", refiriéndose a Dios y al dinero. La pobreza, el desprendimiento de todo lo que nos ata y nos aleja de Dios, sea o no material, nos deja "vacíos". Vacíos para que Dios puede entrar plenamente en nuestro corazón. Las cosas deben ser siempre un medio, nunca un fin en sí mismas. Existe el peligro de olvidar que somos pecadores. Si vivimos inmersos en nuestros pecados, entre Cristo y yo se produce un vacío, cuando mi amor está dividido, nada puede llenar tal vacío. Hemos de sentir necesidad de hacer que la sangre de Cristo lave nuestros pecados. El mejor examen de conciencia es preguntarse al final del día: "¿Qué he hecho hoy con Jesús? ¿Qué he hecho hoy para Jesús? ¿Qué he hecho hoy como Jesús?” Bastará simplemente mirarnos las manos, pedirle perdón. Reconocer nuestros pecados fortalece el alma, pues un arrepentimiento sincero produce siempre humildad y la humildad es fuerza.

EL FRUTO DEL SILENCIO

"El fruto del silencio es la oración.
El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz"



Jesus tiene sed de nuestro amor, de nuestras almas, de nuestro perdón. Nos moviliza para que entendamos como imitarlo, nos invita a la santidad. El camino a la santidad comienza dejándonos vaciar y dejándonos transformar por el mismo Jesús, para que Él llene nuestro corazón y podamos luego dar de nuestra abundancia. Buscándolo, porque su conocimiento nos hará fuertes. Amándolo sin mirar atrás, sin temores, creyendo que sólo Jesús es la vida. Sirviéndolo, rechazando y olvidando todo lo que nos atormenta, porque es Él quien nos ayudará en el camino elegido. No estamos solos. Confiemos en Él. Nuestro examen de conciencia es el espejo en el que vemos nuestros logros y nuestras dificultades. Por eso debemos afrontarlo con sinceridad y amor. No perdamos el tiempo mirando nuestras propias miserias; elevémonos en la luz de Dios y busquemos la manera de hacer las cosas cada vez mejor. Conocerse a sí mismo es muy importante para el amor, porque conocer a Dios trae el amor, y conocernos a nosotros mismos, la humildad. Por eso los santos pueden decir que se sienten grandes criminales, porque vieron a Dios y se vieron a sí mismos, y notaron la terrible diferencia. Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado. Un alma sincera para consigo misma nunca se rebajará a la crítica. La crítica es el cáncer del corazón. Jesus nos pide un corazón limpio, sin odios ni resentimientos, Sin orgullo ni vanidades. Un corazón manso, humilde, predispuesto a la oración y el silencio.


El silencio es lo más importante para orar. Las almas de oración son almas de profundo silencio. Y lo necesitamos para poder ponernos verdaderamente en presencia de Dios y escuchar lo que nos quiere decir. Este silencio debe ser tanto exterior como interior, dejando de lado nuestras preocupaciones. Debemos acostumbrarnos al silencio del corazón, de los ojos y de la lengua. El silencio de la lengua nos ayuda a hablarle a Dios. El de los ojos, a ver a Dios. Y el silencio del corazón, como el de la Virgen, a conservar todo en nuestro corazón. Dios es amigo del silencio, que nos da una visión nueva de las cosas. No es esencial lo que nosotros decimos, sino lo que Dios nos dice a través de nosotros. La Misa es el alimento espiritual que me sustenta y sin el cual no podría vivir un solo día de mi vida. Jesús está siempre allí, esperándonos. La cosa más importante no es lo que decimos nosotros, sino lo que Dios nos dice a nosotros. En el silencio nosotros escuchamos su voz. Debemos amar la oración. La oración dilata el corazón hasta el punto de hacerlo capaz de contener el don que Dios nos hace de Sí mismo. Resulta muy difícil predicar cuando no se sabe cómo hacerlo. Para ello, el primer medio que debemos emplear es el silencio. El silencio de la boca nos enseñará muchísimas cosas: a hablar con Cristo, a estar alegres en los momentos de desolación, a descubrir muchas cosas prácticas para decir. Guardemos, entonces, el silencio de los ojos, el cual nos ayudará siempre a ver a Dios. Los ojos son como dos ventanas a través de las cuales Cristo y el mundo penetran en nuestro corazón. El silencio de la mente y del corazón: la Virgen María conserva cuidadosamente las cosas en su corazón. Este silencio la aproximó tanto al Señor que nunca tuvo que arrepentirse de nada. El silencio nos proporciona una visión nueva de todas las cosas.

PEQUEÑAS GOTAS

"Que cada accion nuestra sea una gotita de agua
en el inmenso mar de la Paz de Dios"


Para que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite. Darle a alguien todo su amor nunca es garantía de que te retribuyan ese amor, pero no esperes eso: sólo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo. Hay cosas que te encantaría oír, que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sordo para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón. No digas adiós si todavía quieres tratar. Nunca te des por vencido si sientes que puedes seguir luchando. Nunca le digas a una persona que ya no la amas, si no puedes dejarla ir. El amor llega a aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado. A aquel que aun cree, aunque haya sido traicionado. A aquel que todavía necesita amar, aunque antes haya sido lastimado y aquel que tiene el coraje y la fe para reconstruir la confianza. Hemos de amar a Dios haciéndonos cargo de las ofensas que le hemos provocado.


Seamos fieles en las cosas pequeñas, porque ahí está nuestra fortaleza. Miremos el ejemplo de la lámpara que arde por pequeñas gotitas de aceite y sin embargo, da mucha luz. Las gotitas de aceite de nuestras lámparas son las cosas pequeñas que realizamos diariamente: la fidelidad, la puntualidad, las palabras bondadosas, las sonrisas, nuestra actitud amorosa hacia los demás. No hay nada que sea pequeño a los ojos de Dios y Él mismo se tomó la molestia de hacerlas para enseñarnos cómo actuar. Por eso se transformaron en infinitas. Las tentaciones las tenemos todos. Pero si Jesús es una realidad viviente en mi vida, entonces ya no tengo miedo. Somos pequeños instrumentos que en las manos de Dios pueden hacer milagros. Empieza transformando todo lo que haces en algo bello para Dios. Cuando recibimos aunque sólo sea una pequeña observación poco caritativa, o cuando nos sentimos víctimas de una falta de consideración, con qué facilidad nos olvidamos de que éste es justamente el momento de compartir con Él la ofensa y el sufrimiento! Recuerden que la Pasión de Cristo desemboca siempre en la alegría de la Resurrección, para que cuando sientan en su corazón los sufrimientos de Cristo, tengan bien presente que luego llegará la resurrección. Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que volvamos a Él y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control y podemos confiar plenamente en Él. "Ejercitense en el sufrimiento, porque cuando fijen su mirada en la cruz, verán que El Señor tiene inclinada la cabeza porque quiere besarlos y tiene los brazos abiertos porque quiere abarcarlos en un fuerte abrazo. Lo han comprendido, hermanos? Sufrimiento, dolor, humillación, son besos de Jesús. Acérquense tanto a Jesús en su Cruz, para que pueda besarlos..."

LA FUERZA DE LA ORACION


..."Te he esculpido en la palma de mi mano..."


Cada vez que decimos el Padre nuestro, Dios mira sus manos donde que nos ha plasmado: mira Sus Manos y nos ve en ellas. Qué maravillosos son la ternura y el amor de Dios!

La oración ensancha el corazón, hasta hacerlo capaz de contener el don de Dios. Sin Él, no podemos nada. Las palabras que no procuran la luz de Cristo no hacen más que aumentar en nosotros la oscuridad y la confusión.

Orar a Cristo es amarlo y amarlo significa cumplir sus palabras. La oración significa para mí la posibilidad de unirme a Cristo las 24 horas del día para vivir con Él, en Él y para Él.

Si oramos, creemos. Si creemos, amamos. Si amamos, servimos.

Oren sencillamente como los niños, movidos por un fuerte deseo de amar mucho y de convertir en objeto de propio amor a aquellos que no son amados, conscientes de nuestra unión con Cristo, así como El tenía conciencia de ser uno con el Padre.

Nuestra actividad no será completa si no le permitimos a Dios obrar en nosotros, gracias a su poder, a sus planes y a su amor. "En El vivimos, nos movemos y existimos".

La plegaria perfecta consiste en el fervor del deseo que eleva los corazones hasta Jesús. Nunca debiéramos ceder a la costumbre de aplazar nuestra oración, sino hacerla con la comunidad.

Nuestras acciones sólo pueden producir reales frutos, cuando son expresión verdadera de una plegaria sincera. Dios se compadece de la debilidad pero no quiere el desánimo. La oración ensancha el corazón delicado hasta el punto de estar en condiciones de acoger el don de Dios.

La oración que brota de nuestra mente y de nuestro corazón y que recitamos sin necesidad de leer en ningún libro se llama oración mental y es una gran aliada de la pureza de alma.

Sólo por medio de la oración mental podemos cultivar el don de la oración. Si a ustedes les resulta difícil orar, rueguen insistentemente: "¡Jesús ven a mi corazón, quédate dentro de mí y reza conmigo, enséñame a orar".

Una plegaria que brota del corazón y debe ser capaz de tocar el corazón de Dios! Lo único que Jesús nos pide en todo momento es que nos entreguemos absolutamente a Él, que confiemos en Él plenamente, renunciando a nuestros deseos para cumplir con el camino que nos va trazando.

No es necesario que veamos claro si vamos progresando o no en el camino de la santidad. Lo importante es ir caminando en el Señor.


ALGO BELLO PARA DIOS


Algo Bello para Dios

Lo que yo puedo hacer, tu no puedes.
Lo que tu puedes hacer, yo no puedo.
Pero juntos podemos hacer algo bello para Dios.
Hay una inmensa hambre de amor.
Existen pobres hasta en tu propia familia.
Búscalos y ámalos. Al amarlos, estarás amando a Dios.
Veo a Dios en cada ser humano.
Cuando curo las heridas de los leprosos, siento que estoy
Cuidando al Señor. Es una hermosa experiencia.
No se trata de cuánto hacemos, sino, con cuanto amor lo hacemos.
No se trata de cuánto damos, sino, con cuanto amor damos.

Algo Bello para todos


Santa Teresa de Calcuta, Tu permitiste
que el sediento amor de Jesús en la cruz
se convirtiera en una llama ardiente en tu corazón,
tu vocación de amor te permitió compartir tu vida
con los más pobres de los pobres. Al hacer esto te convertiste
en la luz del amor de Jesús hacia todas las personas.
Enséñanos, mediante la comunión con Jesús, a permitirle
penetrar en nuestro ser de tal manera que nuestras vidas reflejen
Su luz y amor hacia los demás, como lo hiciste tu.
Inspíranos a amar profundamente a la Madre de Dios,
Tal como tu amas a María. Bendice nuestros actos de amor,
nuestro servicio a los demás que en nosotros buscan esperanza.
Santa Teresa de Calcuta, ruega por nosotros. Amén.

DERECHO A LA VIDA

"RECHAZAR UNA VIDA ES RECHAZAR A DIOS"

  • Toda vida es la vida de Dios que se hace presente entre nosotros, aún en un niño que todavía no ha nacido. Nadie tiene derecho a levantar su mano para segarla. El grito de esos inocentes que son asesinados antes de nacer debe llegar hasta Dios. Toda vida pertenece a Dios, y si Jesús nos dijo que somos más importantes a los ojos de su Padre que todo lo creado y Él cuida eso, cuánto más cuidará de nosotros!
  • El aborto va contra el mandamiento del amor. El aborto mata la paz del mundo...Es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, ¿qué me impide matarte? ¿Qué te impide matarme? Ya no queda ningún impedimento.
  • A todos los jóvenes les digo: Ustedes son el futuro de la vida familiar; son el futuro de la alegría de amar. Mantengan la pureza, mantengan ese corazón, ese amor, virgen y puro, para que el día en que se casen puedan entregar el uno al otro algo realmente bello: la alegría de un amor puro. Pero, si llegan a cometer un error, les pido que no destruyan al niño, ayúdense mutuamente a querer y a aceptar a ese niño que aún no ha nacido. No lo maten, porque un error no se borra con un crimen.
  • La vida del fruto de ese amor pertenece a Dios, y ustedes tienen que protegerla, amarla y cuidarla. Porque ese niño ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y es un regalo de Dios. La vida de cada ser humano, como que ha sido creación de Dios, es sagrada y de infinito valor, porque El nos ha creado a todos, incluso al niño recién concebido.

  • La imagen de Dios está en ese niño que aún no ha nacido. Por eso, aquellas naciones que destruyen la vida legalizando el aborto son las más pobres, porque temen alimentar a un niño más y por eso agregan un cruel asesinato más a este mundo.
  • En Calcuta tratamos de combatir el aborto mediante la adopción. En muchos de los centros para niños que tenemos por toda la India nunca tuvimos que rechazar a ningún niño y todos están felices en sus nuevos hogares.
  • Es maravilloso pensar que Dios ha creado a cada niño. Leemos en las Escrituras que Dios nos dice: "Aún si una madre llegara a olvidar a su hijo, yo no te olvidaré. Te llevo grabado en la palma de mi mano. Eres valioso para mí. Y te he llamado por tu nombre."
  • Los gritos de los niños cuyas vidas han sido truncadas antes de su nacimiento, hieren los oídos de Dios. Muchos estan muy preocupados por los niños de la India o de Africa que mueren por desnutrición o hambre. Pero hay millones deliberadamente eliminados por el aborto. Por eso elevo mi voz en la India y en todas partes; hagamos que todo niño, nacido o no, sea un niño deseado.
  • El aborto va en contra del mandamiento del amor. Si los países ricos permiten el aborto, son los más pobres, porque han legalizado el homicidio. Jesús entregó su vida por amor a nosotros. Así, una madre que está pensando en abortar debería ser ayudada a amar, a poner en segundo lugar sus proyectos y su tiempo libre para respetar la vida de su hijo. También el padre del niño, quien quiera que sea, debe mostrarse disponible.
  • Todo país que acepta el aborto es porque su gente no ha aprendido a amar, sino que recurre a la violencia para obtener lo que quiere. Jesús dijo: "El que recibe a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe."
  • Al adoptar un niño, esas parejas reciben a Jesús; por el contrario, al abortar, rechazan a Jesús. No maten a los niños, yo los quiero. Con mucho gusto acepto todos los niños que morirían a causa del aborto. El aborto empobrece a la gente desde lo espiritual; es la peor pobreza y la más difícil de superar.
  • Cuando le dicen a la Madre Teresa que hay demasiadas criaturas en la India, ella responde: ¿Piensa usted que hay demasiadas flores en el campo? ¿Demasiadas estrellas en el cielo? Mire a esta niña, es portadora de la vida: ¿no es una maravilla? ¿Cómo no quererla? El aborto es un homicidio en el vientre de la madre. Una criatura es un regalo de Dios. Si no quieren a los niños, dénmelos a mí.

POR AMOR A JESUS

"Hay algo muy bonito: compartir la alegría de amar.

Amarnos los unos a los otros, amar hasta el dolor.

El amor, para que sea auténtico, debe costarnos.

Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal."
  • Lo importante no es lo que uno hace, sino cómo lo hace, cuánto amor, sinceridad y fe ponemos en lo que realizamos. Cada trabajo es importante, y lo que yo hago, no lo puedes hacer tú, de la misma manera que yo no puedo hacer lo que tú haces. Pero cada uno de nosotros hace lo que Dios le encomendó.

  • Sólo siendo sinceros y trabajando con Dios, poniendo en ello toda nuestra alma, podremos llevar la salvación a los demás. Pero para ello es necesario que no perdamos nuestro tiempo mirando y deseando hacer lo que hacen los demás.

  • No es tanto lo que hacemos cuanto el amor que ponemos en lo que hacemos lo que agrada a Dios.

  • Mientras el trabajo sea más repugnante, mayor ha de ser nuestra fe y más alegre nuestra devoción.

  • No puedo parar de trabajar. Tendré toda la eternidad para descansar.

  • Lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.

  • Cada obra de amor, realizada con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios. Dios siempre cuida de sus criaturas, pero lo hace a través de los hombres.

  • Si alguna persona muere de hambre o pena, no es que Dios no la haya cuidado; es porque nosotros no hicimos nada para ayudarla, no fuimos instrumentos de su amor, no supimos reconocer a Cristo bajo la apariencia de ese hombre desamparado, de ese niño abandonado.

  • No cierren las puertas a los pobres; porque los pobres, los apestados, los caídos en la vida, son como el mismo Jesús. Seamos los servidores del pobre.

  • Hemos de brindar al pobre un servicio generoso, sincero. En el mundo, a la gente se le paga por su trabajo. Sintámonos pagados por Dios.

  • Acaso tratan ustedes a los pobres como basurero, dándoles aquello que ya no pueden ustedes usar o comer? Como esto ya no sirve, se lo voy a dar al pobre. Los pobres son la esperanza del mundo porque nos proporcionan la ocasión de amar a Dios a través de ellos. Son el don de Dios a la humanidad, para que nos enseñen una manera diferente de amarlo, buscando siempre la manera de dignificarlos y rescatarlos.

  • Ellos son el signo de la presencia de Dios entre nosotros, ya que en cada uno de ellos es Cristo quien se hace presente. Por eso, Él no nos preguntará cuántas cosas hicimos, sino cuánto amor pusimos en ello.

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